Pelamos el rábano blanco y lo cortamos en rodajas de medio centímetro de grosor. Las extendemos y las dejamos secar durante veinticuatro horas.
Cortamos el pedazo de jengibre en tiras finas de juliana.
Remojamos el alga en agua caliente durante unos diez minutos y la cortamos después en tiras de unos tres milímetros.
Dividimos cada palito de surimi en tres tiras.
Ahora ponemos tres tiras de surimi y otras dos de la juliana de jengibre en una rodaja de rábano. Lo enrollamos y lo atamos con una cinta de alga konbu. Con el resto del daikon, el surimi y el jengibre copiamos el proceso; amarramos los rollitos con las demás tirillas de alga konbu.
Ponemos los rollitos en un colador y los regamos con agua hirviendo. Dejamos que se escurran y los reservamos.
Si empleamos guindillas secas las remojamos diez minutos en agua caliente. Las cortamos a lo largo por la mitad y les quitamos las pepitas. Las picamos en tiras finas.
Ponemos en un cazo el caldo de bonito, el azúcar, el vinagre de arroz, el aceite y una pizca de sal, y lo llevamos a ebullición. Disolvemos el azúcar y agregamos las tiras de guindilla. Dejamos que hierva unos cinco segundos y lo retiramos del fuego, apartándolo para que se enfríe.
Depositamos los rollitos en un cuenco, les agregamos la salsa y los dejamos toda la noche en adobo.
Al día siguiente, servimos de tres a cuatro rollitos por comensal.